Grandes avances científicos en el área de la medicina han permitido erradicar y curar numerosas enfermedades, pero nuevos desafíos han surgido. Actualmente, una de las causas de numerosas enfermedades es el ESTRÉS. Éste no es un agente externo al cuerpo de una persona por lo que no se puede tratar con antibióticos o erradicar con vacunas, es simplemente una respuesta de nuestro propio organismo a las condiciones ambientales (ya sean sociales o biológicas) que tenemos que sobrepasar día a día. Podríamos definir estrés como un sentimiento de tensión física o emocional; es la reacción del cuerpo a un desafío o una situación de peligro. En pequeños episodios el estrés puede ser positivo ya que pone al cuerpo en alerta para sobrepasar ciertas situaciones. Pero cuando persiste en el tiempo, puede dañar la salud. Esto es debido a que el cerebro humano y el cuerpo responden a eventos que perciben una “amenaza” activado el sistema nervioso y liberando hormonas como adrenalina y generando una serie de respuestas en los diferentes tejidos. Si esta señal se mantiene en el tiempo se genera lo que denominamos estrés crónico. Este último, afecta el sistema inmunológico, favorece el desarrollo de ulceras, desórdenes cardiovasculares, enfermedades psiquiátricas y el daño al ADN.
El ADN es la molécula que contiene toda la información necesaria para el correcto funcionamiento de las células, cuando este, es dañado, se promueve entre otras cosas el envejecimiento celular y el desarrollo de tumores. Estudios con respecto al mecanismo por el cual el ADN es afectado ha abierto nuevas puertas y esperanzas en encontrar tratamientos para disminuir los riesgos asociados a los daños en el ADN como cáncer de próstata, cáncer de pulmón y Alzheimer. En resumen, estos tratamientos servirían para disminuir los efectos del estrés crónico. Por lo cual los invitamos a reflexionar, ¿vale la pena los esfuerzos en buscar una solución a las consecuencias del estrés o deberíamos enfocarnos en la causa?